lunes, 27 de abril de 2009

Hombre aburrido y sombrero de copa

Era tanto su aburrimiento que la sangre le salía por los ojos.
Tanto su aburrimiento que la lengua olvidó cual era su camino y salió por la nariz; sus dientes se voltearon y clavaron en sus encías (haciendo gemir al paladar por una boca improvisada. ¿que si tuvo que rasgarse el paladar? ¡por supuesto que hubo de rasgarse!). Y es que su aburrimiento llegó a tal extremo que ni nariz ni orejas tuvieron la suficiente valentía como para decir:

"¡no señor, nosotros nos quedamos aquí porque de aquí somos!"

y rodaron irremediablemente cuesta abajo por la colina reseca de las mejillas, arrojándose paranoicas por la concavidad magna del rostro.
Tal como pueden apreciar: se tragó orejas y narices: por muy feo que le parezca.

Y es que era tanto su aburrimiento que ni siquiera se sorprendió, ni siquiera un comentario o un carraspeo en tono molesto. él sólo se limitó a ponerse el sombrero de copa y continuar tal como si no hubiera visto nada, tal como si nunca hubiera visto nada.

J.A. Muñoz